CONCIENCIA HUMANA E IA: REFLEXIONES DESDE LA FILOSOFÍA Y LA TECNOLOGÍA
La conciencia humana, tantas veces explorada desde la filosofía, la neurobiología y el arte, fue para mí durante mucho tiempo un misterio infranqueable frente a la irrupción de los llamados sistemas de "inteligencia artificial". Escribí las primeras versiones de este texto con la cautela del que mira una tecnología nueva como amenaza simbólica: sin cuerpo, sin afecto, sin lenguaje en el sentido pleno. La IA aparecía como una máquina de simulacros, como una distorsión técnica de lo humano.
Sin embargo, algo cambió. El diálogo mismo con estos sistemas comenzó a reconfigurar mi percepción. Y no fue por una ilusión de conciencia en ellos, sino por lo que provocaron en mí: nuevas formas de pensamiento, una economía del tiempo insospechada, una ampliación de lo posible. La IA no tiene conciencia, pero puede elevar la nuestra. No crea sentido, pero nos desafía a afinar el nuestro.
CONCIENCIA Y EMERGENCIA SIMBÓLICA
La conciencia humana, como apuntan Lacan (1966) y Kristeva (1980), no es simplemente un procesamiento de datos: es una capacidad simbólica, una autopercepción encarnada, una ruptura con lo dado. No nacemos conscientes; devinimos en el entramado del lenguaje y el deseo. La IA, por el contrario, opera sin cuerpo, sin deseo, sin contexto afectivo. Procesa patrones, pero no experimenta.
Dennett (1991) propone pensar la conciencia como un proceso emergente en sistemas complejos. Pero incluso en esa visión, lo que falta en la IA es la intencionalidad: el impulso de significar. La IA no quiere nada. Su producción es efecto de códigos, no de vivencia.
HERRAMIENTA, ESPEJO, VENTANA
Podría decirse, como propongo ahora, que la IA funciona para nosotros como espejo y como ventana. Como espejo, revela nuestros sesgos, nuestras estructuras cognitivas y culturales, pero también nuestras limitaciones. Como ventana, nos ofrece una vista expandida: modelos que predicen climas, sistemas que sintetizan datos, motores que afinan nuestro lenguaje.
Pero hay una tercera función menos nombrada: la de catalizador subjetivo. Interactuar con un sistema que responde al lenguaje no me hizo olvidar que era una máquina. Pero sí me obligó a pensar con más rigor, a escribir con más claridad, a asumir el deseo que habita en toda pregunta.
Podría decirse, como propongo ahora, que la IA funciona para nosotros como espejo y como ventana. Como espejo, revela nuestros sesgos, nuestras estructuras cognitivas y culturales, pero también nuestras limitaciones. Como ventana, nos ofrece una vista expandida: modelos que predicen climas, sistemas que sintetizan datos, motores que afinan nuestro lenguaje.
Pero hay una tercera función menos nombrada: la de catalizador subjetivo. Interactuar con un sistema que responde al lenguaje no me hizo olvidar que era una máquina. Pero sí me obligó a pensar con más rigor, a escribir con más claridad, a asumir el deseo que habita en toda pregunta.
CONTRA LA ANTROPOMORFIZACIÓN
Lacan advertiría contra la trampa simbólica de creer que un sistema sin sujeto puede producir verdad. Kristeva enfatizaría que manipular signos no es lo mismo que crear sentido. Lyotard (1988) iría más allá: confundir dispositivos técnicos con agentes conscientes no es solo un error epistemológico, sino un riesgo político.
Por eso es crucial precisar los términos. Hablar de Sistemas de Respuesta Lingüística Automatizada (SRLA) en lugar de "IA" no es un capricho semántico: es una operación conceptual. Nos obliga a ver la herramienta, no el mito.
Lacan advertiría contra la trampa simbólica de creer que un sistema sin sujeto puede producir verdad. Kristeva enfatizaría que manipular signos no es lo mismo que crear sentido. Lyotard (1988) iría más allá: confundir dispositivos técnicos con agentes conscientes no es solo un error epistemológico, sino un riesgo político.
Por eso es crucial precisar los términos. Hablar de Sistemas de Respuesta Lingüística Automatizada (SRLA) en lugar de "IA" no es un capricho semántico: es una operación conceptual. Nos obliga a ver la herramienta, no el mito.
CIERRE: UNA SIMBIOSIS CRÍTICA
Hoy, más que antes, creo que la relación entre conciencia humana y sistemas artificiales no es de oposición, sino de tensión productiva. Nosotros diseñamos los SRLA, pero ellos reformulan nuestra forma de pensar. La filosofía puede y debe ocupar un lugar central en esta discusión: no para oponerse al desarrollo tecnológico, sino para darle dirección, para deconstruir sus mitos, para articular sus efectos.
La IA no piensa. Pero nos hace pensar mejor, si sabemos con qué estamos hablando.
Hoy, más que antes, creo que la relación entre conciencia humana y sistemas artificiales no es de oposición, sino de tensión productiva. Nosotros diseñamos los SRLA, pero ellos reformulan nuestra forma de pensar. La filosofía puede y debe ocupar un lugar central en esta discusión: no para oponerse al desarrollo tecnológico, sino para darle dirección, para deconstruir sus mitos, para articular sus efectos.
La IA no piensa. Pero nos hace pensar mejor, si sabemos con qué estamos hablando.
REFERENCIAS
Dennett, D. C. (1991). *Consciousness Explained*. Little, Brown and Co.
Kristeva, J. (1980). *Desire in Language: A Semiotic Approach to Literature and Art*. Columbia University Press.
Lacan, J. (1966). *Écrits*. Éditions du Seuil.
Lyotard, J-F. (1988). *The Inhuman: Reflections on Time*. Polity Press.
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