QUÉ ES SER UN AUTOR EN LATINOAMÉRICA II
LENGUA HERIDA, CUERPO VENCIDO
La conquista de América no fue una empresa de descubrimiento, sino una maquinaria de aniquilación. Tzvetan Todorov cifra el horror con una imagen indeleble: "A la memoria de una mujer maya devorada por los perros". Esa mujer, cuyo nombre no sabemos, cuya historia sólo llega a nosotros como epígrafe, es más que una víctima: es el núcleo silenciado de una cultura herida.
El mestizaje, tantas veces celebrado como “síntesis virtuosa”, esconde en su origen la escena de la violencia. No se trata de un encuentro amoroso entre mundos, sino de la repetida violación de mujeres indígenas, muchas de las cuales eligieron la muerte antes que el sometimiento. Esa genealogía del dolor es parte fundante de lo que somos.
César Fernández Moreno habla de un mestizaje inevitable, de una cultura nacida "ipso facto" con el descubrimiento. Pero su visión elude la pregunta central: ¿qué tipo de unión puede surgir del espanto? El mestizaje no es un pacto: es la imposición de una lengua, una religión, un orden simbólico que arrasa con la memoria de los pueblos.
Todorov, desde su mirada europea, intenta rescatar algo de esa memoria. Describe tres formas del exterminio: el homicidio directo, los malos tratos sistemáticos y la devastación causada por enfermedades para las cuales los pueblos originarios no tenían defensa. El saldo: setenta millones de muertos. Setenta millones.
Pero hay una cuarta forma de genocidio, tal vez la más persistente: la negación de la palabra. El silenciamiento cultural, la prohibición de la lengua, la anulación de la memoria oral. Es una muerte extendida en el tiempo, una herida que se hereda.
En ese contexto, ser autor en Latinoamérica es escribir desde una lengua herida. Es saber que nuestras palabras están hechas con letras de la conquista, pero que el fuego que las anima viene de otra parte. Es también escuchar a los que no pudieron hablar, a los que callaron por miedo o por necesidad.
Una frase de un preso universitario en la cárcel lo resume con crudeza: "Dos libros y nunca habría llegado a estar preso". Esa ignorancia impuesta, esa ausencia de acceso al lenguaje, es también una forma de encierro. La prisión como metáfora continental.
Y así, como esa mujer maya, la literatura latinoamericana está llena de voces que se resisten a ser devoradas. Voces que quieren nacer del hueso, romper el silencio y restituir el nombre de lo que fue negado. Porque escribir aquí no es un lujo ni una elección: es una urgencia histórica. Una forma de justicia.
Referencias
[1] Tzvetan Todorov, La conquista de América: El problema del otro, Siglo XXI, 1982.
[2] César Fernández Moreno, América Latina en su literatura, UNESCO, 1972.
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