CRIPTICISMO
"La lengua críptica no oculta. Protege su fuego en el enigma"
POÉTICA DEL SILENCIO Y DEL FUEGO
Dice David Viñas que la literatura argentina comienza con una violación. Pero tal vez esa violación no sea precisamente la que él sitúa en "El matadero" de Esteban Echeverría. La conquista es, a mi entender, la primera violación. Y extiende su bestialidad en la forma de ocupación de tierras y fundación de ciudades. El puerto de Buenos Aires y la Santísima Trinidad no fueron escenarios de mayor benevolencia. El origen de la indeterminada confrontación entre el español y el hombre originario de esta tierra del sur persiste en los posteriores antagonismos.
Las actas de la fundación de Buenos Aires y de reparto de indios son elocuentes: además de las tierras, los españoles se reparten los caciques vencidos y la nación sujeta a cada uno de ellos. Ninguna palabra sobre su cultura queda bajo registro¹.
En Latinoamérica, la narrativa oral de los pueblos originarios perdura y se desarrolla en forma críptica. En nuestro país, esta narrativa no se comprende en forma exhaustiva, ni se contempla la calidad de su contenido con el pleno sentido que otorgan sus manifestaciones oral, gestual y ritual. Recreada por escritores no originarios como leyenda, queda lavada de su poder cultural.
“Allí donde la lengua calla, el cuerpo sigue hablando con signos secretos, como raíces que no mueren.”⁵
En el inicio de la conquista, testimonia el genocidio la narración que con lujo de detalles realiza Fray Bartolomé de las Casas, mostrando la violencia y el carácter de los pueblos que habitaban América. Más allá de esto, no se ha tomado en cuenta la violencia sostenida durante siglos en ese nudo del ser latinoamericano, construcción mítica en la territorialidad germinal de los pueblos originarios y lazo indispensable para una narrativa del hombre nacido en el paisaje americano.
El mestizaje no tuvo diálogo cultural. Fue, literalmente, una violación sistemática. Sin embargo, el silencio no es sinónimo de desaparición. La actitud críptica de los pueblos originarios —menospreciada por el europeo— permitió la continuidad y el enriquecimiento de su narrativa en el interior de su cultura.
“Los pueblos vencidos ocultaron su fuego en palabras que parecen ceniza.”⁶
En la clandestinidad se fortalecen los campos del pensamiento. La proscripción agudiza las reflexiones. En la comunicación con otros se puede abordar la fuerza de un relato histórico común. Así, los pueblos originarios han mantenido vivas sus construcciones imaginarias, recreadas oportunamente como respuesta a la realidad.
Entonces tenemos, por un lado, esa laguna críptica y mitológica de los pueblos originarios: una narrativa esencialmente oral, que lleva el peso ancestral de lo literario, efecto de palabra aún en el desasosiego o en el más absoluto misterio. Por otro lado, está la dimensión de redescubrir y difundir la narrativa de hombres y mujeres sin bronce, ceñidos a una historia y a un paisaje, que emiten destellos de verdad si uno se toma el trabajo de perforar las napas de la historia y superar el olvido.
“El paisaje no es fondo: es voz, es madre, es canto antiguo que sobrevive.”⁷
Realizar una arqueología literaria en busca de letras perdidas es una tarea profundamente satisfactoria. Apenas tomamos un período determinado, surgen narrativas que se distancian severamente del pensamiento consagrado por el canon y se acercan más al interés del campo popular. Es decir, si la literatura que tenemos escapa al interés del pueblo, habría que repensar qué es eso que llamamos "Literatura Argentina".
Lo que llamamos literatura argentina hoy no cubre todas nuestras expectativas. Queda mucho por hacer. Tal vez solo estemos conociendo y difundiendo una literatura parcial, dejando un gran porcentaje de la narrativa cultural al margen. Descubrirlo desde una mirada centralizada es imposible. Solo un enfoque transversal permitirá la recopilación y elaboración compleja de múltiples formas narrativas. Una mirada oblicua sobre la realidad que cuestione y evite los privilegios de una crítica literaria única y lineal.
La investigación y la lectura son herramientas fundamentales. Pero también lo es la experiencia crítica: la escritura que se funda en acción y retracción, sobre visiones, conceptos y aportes que fortalecen la búsqueda.
“La poesía es el ejercicio más soberano de la libertad individual.”²
En el seno de la contradicción conquistador-conquistado ya se instalaban los futuros matices del silencio opresivo y de la divulgación narrativa. Muchas capas ideológicas se han superpuesto a esa dupla impar, que cambia de nombres pero sostiene un orden jerárquico y subordinante sobre la legitimación del saber.
En esta revisión de la literatura concebimos que el germen traumático de la conquista no es un descubrimiento ni un encuentro de dos culturas. Tampoco las posteriores dicotomías de civilización o barbarie, subdesarrollo y desarrollo, último o primer mundo. Todas estas posturas pertenecen a una cosmovisión fallida que no nos es propia.
“Hacer cultura es culturizar la naturaleza. Es humanizar al ecosistema.”³
En cambio, podemos pensar los avatares singulares de los nacidos en esta tierra, siendo la territorialidad su único elemento de identidad instituyente de un universo común. Por eso, es fundamental tomar en cuenta la respiración del texto en el paisaje, como sutileza, premura y profundidad en la expresión. Mito y paisaje, alma y paisaje, vida y paisaje: formas de la pertenencia universal del ser de la América mestiza.
La palabra y su canto, como piel profunda del diálogo cultural con la tierra. Como proeza de su más pura mistificación. La significación de la tierra y lo que ella hace con el hombre y su voz, tal como se respira en el Popol Vuh⁴.
Cuando se leen sus párrafos, sentimos la misma vibración que nos brindan los antiguos clásicos occidentales. Y entonces vuch, el momento que precede al amanecer, se inflama en Hunahpú-Vuch, divinidad en potencia femenina —como la aurora homérica que al comienzo del día teje con dedos de rosa— y nos indica el cielo que amanece en una concepción de esencia poética.
La esencia de la cosa literaria latinoamericana es, ante todo, lo que trasunta el paisaje: diverso, colorido, alegre, amplio, salvaje, denso, inconmensurable. Así llega el texto de la tierra profunda, como el anciano que adviene desde el fondo de la historia, o como el abuelo y la abuela, dos veces abuelos, que narran el origen.
REFERENCIAS
¹ Las actas pueden consultarse en el buscador de la Academia Argentina de Letras: http://aal.universia.com.ar/nuevoAAL/index.php² Jorge Carrera Andrade, poeta ecuatoriano.
³ Augusto Ángel Maya, filósofo colombiano.
⁴ Libro fundamental de la civilización Quiché (Guatemala). Fragmentos citados del Popol Vuh, escrito después de la conquista por nativos evangelizados.⁵
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